Pinus uncinata, Pino Negro. Primer trabajo sobre un árbol de la montaña.
Qué interesante este pino que os presento. Todos los pinos del pirineo son diferentes, ya se trate del pino negro, del pino albar o del híbrido entre ambos Pinus x rhaetica Brügger . En cada ejemplar nos encontramos con un carácter muy distinto. Agujas más oscuras, más cortas, más gruesas, crecimiento más compacto, corteza más negra. A mayor altitud suele predominar el uncinata sobre el sylvestris, pero todavía se suelen encontrar híbridos.
Paraje donde habita el pino negro.
El del presente artículo es un uncinata muy viejo con una corteza gris oscura muy bonita.
En el año 2004, mi amigo Juan Bautista, me sorprendió con este regalo, sin duda este alpinista generoso lo había extraido de los picos más recónditos. Estaba plantado en una maceta profunda de barro, pero según me dijo el cepellón era planito porque crecía entre rocas.
El boceto que os muestro y sus anotaciones, atestiguan el rigor y la ilusión que pone en cada árbol.
Pero veamos como fue antes del trabajo...
Cuando lo trajo estaba recién plantado en el tiesto, su brotación se caracterizó por ser corta y débil. Dos años de cultivo abonando generosamente a partir del segundo y sin pinzar, hasta que en abril del 2006 me decido a comenzar con él un nuevo bonsái.
Como veis en las fotos siguientes, el árbol no presenta una ramificación secundaria muy abundante, pero tiene ramas altas saliendo de muchos puntos. La línea del tronco es interesante, típica de un yamadori con su cambio de dirección brusco en el último tercio después de una curva muy suave. Tiene conicidad y sobre todo esa corteza de pino negro.
Las yemas son pequeñas y abundantes y el verde botella de las agujas fuertes y no muy cortas excelente.
¡Qué más queremos para empezar!
Las posibilidades de diseño para este árbol son muchas y con cualquiera de ellas podríamos hacer un bonito bonsái. Si elegimos otra inclinación u otro frente, todo está en saber dar movimiento y equilibrio, sobre todo en colocar bien las ramas y en elegirlas bien.
Todavía no sé, porqué me pareció tan clara la presente resolución, quizás no sea la mejor pero sí la más lógica para mí.
Puede que tú le hubieses encontrado otro frente, otra solución.
Yo le encontré este espíritu sosegado y así empezó mi compromiso con el árbol.
Veamos.
En estas 4 fotografías, os muestro el árbol antes del trabajo en sus 4 vistas teniendo en cuenta ya el frente que elijo con su espalda (foto inferior) y sus perfiles derecho (a la izquierda) e izquierdo (a la derecha).
Analicemos mi determinación:
-La fotografía A corresponde a la vista que nos muestra el frente elegido; El dibujo del tronco es interesante, la primera curva muy amplia, aunque se inclina hacia la izquierda, lanza suavemente el movimiento a la derecha, formando con la 1ª rama, que sale del exterior de la curva un bonito tachiagari, que se ve apoyado por un pequeño jin. La 2ª y 3ª ramas guardan muy bien las distancias, y de momento y para que no quede vacía la copa mantenemos esa rama complementaria. A partir de la 1ª rama el movimiento es rápido con curvas cortas hacia la derecha, pero el ápice está aplastado y nos viene hacia el frente pinchándonos la vista. ¡HAY QUE LEVANTARLO!.
-La fotografía B corresponde al perfil izquierdo; Vemos la rama más baja que eliminaremos porque casi toca el suelo, ensucia el espacio formado por el tachiagari y correspondería a un árbol joven.
La siguiente rama es larga y sale de una rama gruesa y rota con jin, la acortaremos dejando el jin con una ramita de acento. Vemos la 1ª rama hacia atrás, rama derecha, y una bifurcación del tronco que desagrada y rompe su línea. Rasgaremos este doble ápice para crear un pequeño shari frontal.
La rama trasera nos aporta mucha profundidad y vemos que hay que levantar mucho el ápice para continuar con la línea del tronco.
-Girando un poco a derechas la vista B obtenemos la foto C. En ella apreciamos más claramente la rama demasiado gruesa * que nos viene al frente y que romperemos desgarrándola hacia abajo. El ápice que no se ve en su totalidad se va hacia la izquierda y hacia abajo y queda más alta la rama trasera. La más alta es una subrama del ápice.
-La fotografía D corresponde al perfil derecho; vemos claramente el tramo recto entre ápice y rama trasera que debemos deshacer al curvarlo para levantar el ápice.
-La foto E corresponde a la vista trasera rotada ligeramente en sentido horario, apenas vemos la rama que será ápice y que se aleja hacia atrás bastante horizontal. Es en esta vista la rama trasera la que forma ápice.
-La F es la vista trasera. Es la misma que situé junto al boceto, la linea del tronco es elegante y podría haber servido también como frente. Habríamos tenido que eliminar la que tomaremos como ápice por ser demasiado gruesa, y no tendríamos una rama trasera que otorgase suficiente profundidad.
-En la foto G hemos rotado ligeramente en sentido horario la anterior. Vemos bien que prescindiendo de la rama que tomaremos como ápice no quedarían suficientes ramas como para crear una buena copa.
En la fotografía superior se aprecia esta dicotomía. Es un segundo ápice ya en parte desgarrado en la base y que compite con nuestro tronco, quizás el peso de la nieve o de algo más pesado comenzó el trabajo que voy a realizar.
Las dicotomías en los troncos son siempre desagradables, y hemos de ingeniárnoslas para deshacerlas. A veces no es lo más apropiado cortar dejando una cicatriz que tardaría tiempo en cerrar, podemos dejar pequeños jin o sharis si vienen bien y resultan naturales.
Un error muy frecuente es querer aprovechar toda la extremidad y dejar jin largos como asideros que resultan poco proporcionados con el árbol y delatan lo que antes nos desagradaba tanto.
La madera del pino negro es fibrosa y mas bien blanda, lo que permite doblar sin dificultad gruesos troncos y desgarrar madera. Digamos que no se rompe con facilidad sino que antes se desgarra.
Aunque se endurece y aguanta muy bien la intemperie cuando se seca, no resulta natural crear sharis muy amplios.
En este pino siguiendo las pistas de la propia naturaleza, acabaremos de desgarrar esta rama hacia abajo, creando un pequeño shari frontal.
En esta secuencia vemos como tirando con la mano conseguimos un desgarre natural que luego acabaremos de pulir con una gubia.
Con la gubia lo único que hago es limpiar el borde y eliminar rebabas, en este caso queda más natural el camino trazado por el desgarre.
Hemos hecho una herida en el corazón del pino.
La naturaleza se encargó de que ninguna rama compitiera con el ápice. Hemos desecho la dicotomía.
Despejamos la base del tronco eliminando esa rama frontal tan baja. Buscamos una línea de tronco.
Como se pudo observar en la foto B, la rama que será el ápice sale muy horizontal y recta. Tendremos que enrrafiarla y alambrarla para levantarla y darle curvas:
Colocamos el alambre de cobre a lo largo de la rama a doblar, luego atamos fuertemente con rafia. Así aunque se desgarre la madera, las fibras quedarán bien sujetas.
Podéis ver comparando con la fotografía A cómo se ha cambiado la línea de tronco al levantar el ápice. Continuamos con el movimiento a la derecha complementando las curvas, falta el extremo que alambraremos inclinándolo a la derecha y creando curvas con ritmo.
Hemos incrementado la altura del bonsái.
El trabajo de las ramitas
En esta ramita, hemos podado y quitado agujas viejas, es un trabajo que haremos siempre antes de alambrar.
Se eliminó esa subrrama que crecía hacia arriba
Detalle de ramita tras podar y quitar agujas. Queda lista para alambrar.
Haremos una minuciosa selección de yemas por cada ramita con ayuda de unas pinzas. Dejaremos solamente 2 en cada grupo. En el ejemplo quitamos la mas fuerte situada en el centro y la de arriba, dejando las dos laterales y dispuestas en sentido horizontal.
Antes y después de alambrar las ramitas.
Después de realizar el alambrado, en estas tres fotos os muestro el árbol desde atrás , su perfil izquierdo y ligeramente girado en sentido horario.
Antes del trasplante vamos a elegir la maceta, para ello el señor Tomás nos muestra diferentes modelos:
La elección de la maceta es siempre una cuestión bastante personal, la maceta exagonal es quizás demasiado alta en relación con el tronco, demasiado pesada visualmente.
La segunda, es una maceta tambor, se usa mucho este diseño para bonsáis en estilo Bunjin o Shakan. Con el presente bonsái nos encontramos ante un estilo shakan o tronco inclinado con un movimiento ascendente muy pronunciado, esta maceta redonda acentúa demasiado este movimiento ascendente.
La tercera maceta, equilibra con sus líneas horizontales esta verticalidad pronunciada, es sobria y de líneas elegantes. El perfil curvo acompaña perfectamente la primera curva del tronco.
Veremos si podemos plantarlo aquí.
El trasplante
Como ya imaginaba, me encontré con un cepellón bastante plano, debido a su crecimiento en una grieta.
Quitamos parte de la tierra con ayuda de un palo de bambú, esta tierra contiene bastante compost micorrizado del bosque.
Tiene debajo del tronco, en (*), una protuberancia que elimino con la tenaza para raíces. Esta era la parte que crecía incrustada en la roca. Así conseguiremos un cepellón más plano.
Aquí os muestro el resultado del corte. Lamentablemente y en descuido, me he llevado unas raíces importantes, dejando este lado del tronco sin apenas raíz. Esto siempre es arriesgado en un pino.
Mientras yo trabajo con las raíces, Luismi se encarga de recolectar micorriza. Aquí nos muestra la que ha cogido del pino “kengai”.
Cuando los pinos están sanos y bien micorrizados, el micelio sube como la espuma hasta la superficie de la maceta agarrandose en las raíces mas finas. Esta ha salido rascando la tierra superficial.
La mezclaremos con el sustrato a base de 3 de akadama y 1 de kiryuzuna para que el árbol coja fuerza tras el transplante.
Esto es lo que se dice una transfusión de micorriza, y así un árbol da vida nueva a su compañero recién llegado al mundo del bonsái.
Fijamos el árbol con alambre desde abajo y con dos estacas de bambú que presionan el tronco para que no se mueva.
Hemos cubierto con musgo la parte derecha de la maceta, para acentuar el movimiento del árbol. Vemos en este detalle, el alambre que sujeta el árbol por encima de la raíz que “sostiene la inclinación del tronco”. En el futuro esta raíz será preciosa.
Al plantar el bonsái, hemos cambiado ligeramente la inclinación de manera que ahora nos encontramos ante un tronco vertical informal. Nos hemos decantado por esta maceta cerámica Yixing de líneas horizontales que tiene patas en forma de nubes y es soberbia, para equilibrar este rápido movimiento ascendente. Así parece un árbol de base firme, “con los pies en el suelo”. Un árbol que crece desde hace muchísimos años en un terreno árido, donde la única vegetación son pequeñas plantas alpinas, musgos y líquenes.
Es importante mirar el árbol desde arriba, para distribuir bien las ramas de forma que no se hagan sombra unas a otras.
01 de junio del 2006. El árbol tras la nueva brotación.
Altura 66cm .Anchura 47cm. Diámetro en la base: 8cm.
El 11 de Junio del 2006, tras la nueva brotación, quito agujas viejas y retoco la posición de alguna ramita:
Las 4 vistas después de este primer modelado. El año que viene acabaremos de enderezar un poco más el ápice para que no tenga tanta inclinación (ver vista de perfil). Podéis ver que este ápice tiene cantidad de ramas cortitas y yemas sin desarrollar. Esto nos permitirá crear una buena copa a corto plazo.
“Desafiante ante las tormentas,
su tronco zigzagueante,
se cierne contra el firmamento...
Como un rayo surgido del corazón de la tierra.”
11 de junio del 2006.
Altura 66cm .Anchura 47cm. Diámetro en la base: 8cm.
¿Futuro del árbol?. El futuro del bonsái es imprevisible y azaroso. Tras el segundo alambrado, en otoño, puede que todo cambie. El bonsái es un arte cambiante, intentaremos mejorar lo que tenemos delante.
diciembre de 2010
MODELADO, TEXTO y FOTOS: Javier Lumbreras Muiño.
DIBUJOS: Juan Bautista Gallardo Gómez y Javier Lumbreras Muiño.
HAN COLABORADO: Tomás y Luismi.